El Parque arqueológico de Belmaco es, sin ningún género de dudas, uno de los yacimientos precoloniales más emblemáticos de Benahoare (Actual isla de La Palma). Se trata del primer yacimiento arqueológico descubierto en Canarias. El conjunto está formado por una preciosa estación de grabados rupestres geométricos que cuenta con 4 paneles en los se representan, sobre todo, espirales, círculos concéntricos y meandriformes. La cueva principal, con una longitud de 35 metros y una apertura de 10 metros, presenta unas magníficas condiciones de habitabilidad y fue ocupada de manera permanente por los benahoaritas. La leyenda sostiene que fue el lugar de habitación de los capitanes del cantón de Tigalate, que eran dos hermanos conocidos por Juguiro y Garhagua.
Otro dato interesante es que en el interior de la cavidad también se llevó a cabo el enterramiento de una persona. Por todas esta y otras evidencias, también se ha relacionado estas cuevas como lugar de santuario mágico-religioso. Además el yacimiento presenta un pequeño museo representativo con información y piezas muy interesantes. Desde aquí aconsejamos a todos visitar el enclave y admirar la antigua vida Benahorita por el módico precio de 3€. Cuando se iniciaron las primeras catas arqueológicas, se descubrió que la acumulación de sedimentos en la que había que trabajar tenía un espesor de cuatro metros. En el entorno de la Cueva de Belmaco, se han descubierto otras cuevas funerarias.
Más datos, en 2013, se hallaron trazas de presencia y usos indígenas en lugares en los que nunca se habían realizado prospecciones. Un estudio en profundidad de la zona ha permitido saber que las cuevas de habitación (habitadas y habitables) suman una docena, que también hay cinco asentamientos pastoriles, junto a la referida cueva de enterramiento. El Benahorita ocupó todo tipo de cuevas naturales por muy precarias que fuesen sus condiciones de habitabilidad; de esta forma, junto a la gran cueva de Belmaco encontramos otra gran cueva que sirvió de vivienda, tal y como lo confirma la cantidad de material arqueológico aparecido en su interior y en los alrededores de la misma.
Los lugares preferidos para establecerse eran las cuevas naturales situados entre la orilla del mar y los 500 metros de altitud, ubicados en los márgenes de los barrancos, en los acantilados, en las coladas lávicas, en los conos volcánicos, etc. El gran número de cuevas naturales, la ocupación sistemática de todo tipo de estas cavidades, la extensa superficie que ocupan los poblados de cabañas de piedra seca, la riqueza en restos arqueológicos superficiales de todo tipo, así como la abundancia de recursos naturales, está indicando una alta densidad de población en el canton de Tigalate, hoy el actual municipio de la villa de Mazo.
En cuanto al significado de los petroglifos, la interpretación ha variado al paso del tiempo, así, para José Viera y Clavijo, historiador del S. XVIII las inscripciones de Belmaco... "no parecen sino unos garabatos, juegos de casualidad o de fantasía de los antiguos bárbaros".
En 1.724 el obispo D. Antonio Tavira y Almazín piensa que "... los signos podrían ser caracteres de una verdadera escritura" y, además, opinaba que pudieron "...haber sido realizados por aventureros fenicios". El interés de estas inscripciones fue tan que en 1.859 se enviaron unas reproducciones a la Real Academia de Historia que dictaminó lo siguiente: "...Se trataba de signos convencionales, y que no se podían determinar a qué género de escritura correspondían".
En la actualidad los grabados se interpreta como el resultado de prácticas sagradas de los antiguos pastores Awaras. Se pretendían con ellas, favorecer los fenómenos naturales implicados en la supervivencia y la de su ganado (Que manen las fuentes, lluvia para sus campos, ganado fértil y sin enfermedades, etc.
En la actualidad los grabados se interpreta como el resultado de prácticas sagradas de los antiguos pastores Awaras. Se pretendían con ellas, favorecer los fenómenos naturales implicados en la supervivencia y la de su ganado (Que manen las fuentes, lluvia para sus campos, ganado fértil y sin enfermedades, etc.
Concluimos esta publicación con una leyenda local:
En la Villa de Mazo, Tigalate en la legua Awara, vivía la princesa Arecida, mujer hermosa y de raza pura, hermana del capitán Gerehagua jefe de Belmaco y de todo Tigalate.
Amiga de un cristiano herreño de nombre Jacomar, bajaron a la costa donde se encontraron castellanos que venían en busca de agua y alimentos. Estos hicieron presa de ambos para su posterior venta como esclavos.
En la Villa de Mazo, Tigalate en la legua Awara, vivía la princesa Arecida, mujer hermosa y de raza pura, hermana del capitán Gerehagua jefe de Belmaco y de todo Tigalate.
Amiga de un cristiano herreño de nombre Jacomar, bajaron a la costa donde se encontraron castellanos que venían en busca de agua y alimentos. Estos hicieron presa de ambos para su posterior venta como esclavos.
Jacomar informó a los castellanos que él era cristiano y que no podía ser vendido como esclavo y en la desconfianza del momento, le pidieron que asesinara a Arecida para demostrar la veracidad de sus palabras. Este asestó varias puñaladas a la princesa dándole muerte en el lugar.
En 1445, Jacomar vuelve a La Palma y hace amistad con un indígena de su misma edad al que cuenta la historia del asesinato, sin darse cuenta de que ese hombre era el enamorado de Arecida, este, por venganza da muerte al asesino de su amada.
La princesa era tan querida y admirada en la isla, que dio nombre a un pago de Tijarafe -ARECIDA- y su vengador dio nombre a una montaña y a una fuente de la Villa de Mazo, Tiramazán.
No hay comentarios:
Publicar un comentario